Resumen del Cuento

La abuela se caso con Amadís con quién tuvo un hijo llamado Amadís y este tuvo a Eréndira; Eréndira y la abuela vivían en una mansión de argamasa lunar cual estaba extraviada en la soledad del desierto. La abuela explotaba a Eréndira laboralmente, y Eréndira estaba tan cansada que trabajaba dormida. Ella bañaba, cambiaba y empolvaba a la abuela. Una noche en la cual Eréndira estaba bien cansada, el viento de la desgracia soplaba por segunda vez en los alrededores, ella se durmió con una vela encendida y la mansión se quemó. Por este motivo la abuela le cobro el costo de lo que perdió en el incendio cual era más de un millón de pesos, y, para que Eréndira le pagara la puso a trabajar en lo único que conocía, la prostitución. La abuela vendió la virginidad de Eréndira por doscientos veinte pesos en efectivo y algunas cosas de comer. Luego el viudo la violo en la hamaca.  Eréndira y la abuela partieron del pueblo cuando ningún hombre de aquel poblado pudo pagar por sus servicios y la abuela la llevo hacia los rumbos del contrabando con las cosas que lograron rescatar del incendio; la cabecera de la cama virreinal, un ángel de guerra, el trono chamuscado, y otras cosas inservibles. Eréndira pagó el viaje y el transporte haciendo amores de veinte pesos con el carguero del camión. Eréndira encontró un collar de perlas legítimas dentro de la carga pero el carguero se lo quitó y lo volvió a esconder. El carguero quería que Eréndira se fuera con él pero la abuela le cobró la deuda de Erendira y él se retractó del ofrecimiento. 

En un solar abandonado donde las dejó el camión Eréndira y la abuela hicieron un tenderete para vivir. La abuela arreglo a Eréndira, maquillándola, peinándola y pintándole las uñas. Eréndira se acostó artísticamente apoyada en el báculo, la abuela llamó a un hombre que pasaba y como no podía pagar por los servicios de la muchacha, le cobro el dinero que tuviera, más hacer correr la voz sobre Erendira. Hombres desde muy lejos vinieron a conocer a Eréndira, ella era la novedad, y había miles de clientes esperando turno, la abuela con el tiempo se hizo más accesible por el cobro, y aceptaba cosas valiosas. Después del primer pueblo la abuela se compró un burro, y cuatro indios cargaban los pedazos de campamento, también un fotógrafo perseguía la caravana. Una camioneta portando jaulas con chivos y pájaros apareció, manejada por un holandés y su hijo Ulises, a este le llamo la atención el campamento. Luego Ulises se escapo de donde el papá, tomo un fajo de billetes y se fue a ver a Eréndira. Cuando la abuela ya había cerrado el negocio y se había dormido, Ulises apareció hablo con Eréndira y como era muy guapo y cargaba dinero ella se acostó con él no una, sino muchas veces, las ultimas ni le cobro.

Un grupo de misioneros con los crucifijos secuestraron a Eréndira y la tuvieron bajo su tutela ya que ella era menor de edad. La abuela movió cielo, mar y tierra pero no consiguió recuperar a Eréndira, entonces soborno a un indio que iba a hacer la primera comunión para que se casase con ella y la sacara de allí, todo salió como planeado. La familia de Ulises tenía una plantación de naranjas en donde metían diamantes legítimos. Ulises toco un vaso y frasco de cristal y estos cambiaron de color significando que él estaba enamorado según las costumbres guajiras de la madre. Ulises no paraba de pensar en Eréndira por ello él huyo de casa en la camioneta de carga y cortó 3 naranjas maduras de la plantación. Camino al mar, Ulises diviso la carpa que la abuela había comprado en un circo, esperó turno para entrar y le dijo a Eréndira que huyera con él, ella acepto. Al día siguiente ambos escaparon por la noche, la abuela fue a la autoridad y ella y el padre de Ulises los buscaron, junto con el comandante. Camino a la frontera los encontraron, atraparon y separaron. La abuela encadenó a Eréndira a la pata de la cama; un día unas prostitutas celosas se llevaron a Eréndira sobre la cama por todo el pueblo, a la plaza mayor para hacerla pasar vergüenza.

Luego ellas, la abuela y la nieta, abandonaron el desierto hacia el rumbo del mar. La caravana que iba con ellas era enorme y la abuela llevaba partes de la mansión, como el piano, con ella, y cada vez estos objetos incrementaban en su número, los indios se ocupaban de la carga y los músicos anunciaban sus llegadas a los pueblos. La abuela se vestía muy bien y tenía un chaleco con lingotes de oro, a Eréndira también la vestía costosamente pero seguía con la cadena de perro en su tobillo. La abuela le repetía a Eréndira que cuando ella muriese Eréndira quedaría muy bien protegida, con mucho bienestar económico. No se había vuelto hablar de la deuda, y Eréndira se sometía en la cama a su sufrimiento. Ellas plantaron la carpa donde se percibía un viento de laureles antiguos. La abuela le repetía a Eréndira el futuro exitoso que esta tendría pero Eréndira no la escuchaba. Cuando Eréndira estaba bañando a la abuela el agua se agotó y Eréndira fue a ver que pasaba, luego cuando ella le dijo al indio que ella iba a tirar el agua hirviendo al canal, quiso matar a la abuela, o quemarla muy mal, pero la abuela como en un presagio la llamó, haciendo que Eréndira desistiera de su deseo oscuro. Eréndira se acostó como un ahogado y llamo a Ulises con toda su fuerza interior.

Ulises despertó de golpe en la casa del naranjal, y muy decidido abandono su casa, sin nada más que su ropa, en busca de Eréndira, dejando a su familia atrás. Ulises atravesó el desierto e hizo lo que pudo por sobrevivir hasta que encontró la carpa en otro pueblo de mar, Eréndira estaba dormida, encadenada y en posición de ahogado, él la contemplo un rato pero con tanta intensidad que ella se despertó. Ambos se besaron y tuvieron relaciones sexuales, mientras la abuela hablaba dormida sobre su pasado. Eréndira le propuso a Ulises que matara a la abuela, y muy sorprendido Ulises acepto por amor a ella. Ulises compró una libra de veneno para ratas y lo revolvió con la nata de leche y mermelada de frambuesa, y metió esa crema adentro del pastel, luego le puso 70 velitas rosadas y se lo dio a la abuela con la excusa de su cumpleaños. La abuela devoro el pastel completo con mucha dicha y satisfacción, sin embargo no tuvo reacción al veneno, luego la abuela durmió como si nada, el veneno de rata en el pastel no tuvo efecto en ella. Eréndira muy enfadada echo a Ulises de la carpa con mucha crudeza. El miércoles la abuela quiso un traje de domingo y decidió que Eréndira no recibiera ningún cliente antes de las 11 am. Luego quiso que Eréndira la maquillara y le pintase las uñas, Eréndira no volvió a tener noticias de Ulises hasta dos semanas más tarde. Sin darse por vencido Ulises puso un detonante adentro del piano, la mecha salía del detonante hacia la maleza. Eréndira corrió hacia donde Ulises, y le dieron fuego, haciendo que el piano explotase con la carpa y la abuela adentro, la tienda desapareció en humo y llamas.

Sin embargo la abuela seguía con vida, y pensaba que lo que sucedió eran cosas del maligno. En la noche la abuela hizo cálculos de las perdidas y durmió mal, a la mañana siguiente cuando Eréndira le quitó el chaleco de las barras de oro le encontró ampollas de fuego en los hombros, y el pecho en carne viva. La abuela le conto a Eréndira que soñó con un pavorreal en una hamaca blanca (representa: muerte), pero Eréndira la tranquilizo diciéndole que era un buen anuncio. Ulises apareció de nuevo y Eréndira cansada le dijo que lo único que había logrado era incrementarle la deuda, Ulises lleno de ansiedad miró a Eréndira y esta tenía una mirada de absoluto desprecio como si él no existiera. Ulises entró a la carpa y descolgó el cuchillo, la abuela se  paró sin el báculo y estaba sorprendida, Ulises le saltó encima y le dio una cuchillada en el pecho, la abuela trató de estrangularlo.  Ulises se liberó y metió una segunda cuchillada en el costado, después metió la tercera cuchillada sin piedad, y sangre verde expulsada a alta presión salpico todo. Ambos pelearon con fuerza y Ulises le metió un tajo en el vientre y una explosión de sangre verde lo empapo hasta los pies, y finalmente le dio la cuchillada final. Cuando Eréndira se convenció de que la abuela estaba muerta rápidamente cogió el chaleco de oro y salió de la carpa. Ulises permaneció sentado tratándose de limpiar la sustancia verde, hasta que se percato de la situación, la llamó a gritos pero no recibió respuesta. Él se arrastró hasta la entrada llamándola a gritos, pero lo venció el agotamiento, los indios de la abuela lo encontraron tirado en la playa, llorando de soledad y de miedo. Eréndira no lo había oído, ella iba corriendo contra el viento más veloz que un venado, corría sin ver hacia atrás, corría con el chaleco de oro más allá de los vientos áridos, y nadie volvió a tener noticias de ella.